¿Por qué en Estados Unidos hay Biblias en las mesitas de noche?

El juramento de un presidente se convierte en el momento más especial de la legislatura. Con él comienzan cuatro años de duras decisiones, novedades en los cargos  y reformas que cambiarán en tan sólo unos meses el panorama político del país. El caso más reciente lo tenemos en Estados Unidos, cuando Obama hace tan sólo unos días juró su cargo para los próximos cuatro años. Y lo hizo dos veces. La primera en privado, con su familia y sobre una Biblia de los abuelos de su mujer, y la segunda, en público sobre una mítica ya de este tipo de eventos: la Biblia de Lincoln. Aunque también quiso conmemorar el 50 aniversario de la marcha sobre los derechos civiles en Washington y por ello utilizó la Biblia de Martin Luther King.

La importancia de este libro sagrado protagonista de muchos juramentos presidenciales se trasladó hace cientos de años a los hoteles estadounidenses. Por eso no sorprende encontrar en la mesita de noche de las habitaciones una pequeña Biblia para que los huéspedes logren la paz interior en las páginas sagradas.

La tradición se remonta a 1898 cuando dos hombres John H. Nickolson y Samuel E. Hill se vieron obligados a compartir habitación en un hotel de Wisconsin. Ambos descubrieron que eran cristianos lo que les llevó a estar debatiendo sobre religión durante toda la noche. En 1899 convocaron una reunión para comerciantes cristianos a la que sólo asistieron ellos dos y Will J. Knigths. A partir de la celebración de esa junta  comprendieron la importancia de que los trabajadores ambulantes que viajan a diario y se hospedan en fríos hoteles, estuvieran al menos protegidos y amparados por la presencia de una Biblia en el alojamiento donde durmieran. De esta propuesta nació la Asociación de Gedeones que años más tarde y tras la celebración de una Convención de Estado, el gobierno aprobó de forma unánime que todos los hoteles deberían tener una Biblia por habitación, asumiendo el coste de su producción las iglesias. Lo que en un principio fue un encuentro casual en un pequeño hostal, derivó en una tradición que a día de hoy todavía se conserva e incluso ha dado el salto a otros continentes. Desde entonces, los Gedeones han editado más de 1.700 millones de biblias por todo el mundo.

El gasto que supone ofrecer una Biblia por habitación ha hecho que los hoteles se modernicen y ofrezcan los libros sagrados en formato digital. El pionero fue el Indigo de NewCastle. Las pruebas técnicas comenzaron el verano pasado, y ya son muchos los alojamientos de todo el mundo que han copiado esta iniciativa, no sólo para ahorrar gastos sino también como método de economías en papel, en solidaridad con el medio ambiente.

Una tercera parte de la población mundial es cristina, lo que supone para los alojamientos que una de cada tres personas que se alojen en ellos será practicante de esta religión. Por eso algunos países consideran indispensable que en sus mesitas haya una pequeña biblia que dé aliento y fe a los huéspedes en los momentos de negativismo intenso. Eso fue quizá lo que debieron pensar los propietarios hoteleros de Pekín mientras se celebraban los Juegos Olímpicos. Todos se proveyeron de miles de biblias para satisfacer los deseos cristianos de deportistas y visitantes.

Aunque muchos hoteles han cambiado la política de libros y han preferido sustituirlos por otros. En 2007, el Gaia Napa Valley de Estados Unidos cambió el libro sagrado por Una Verdad Incómoda de Al Gore. Y actualmente otros intentan atraer a sus visitantes ofreciéndoles la trilogía de Cincuenta Sombras de Grey de forma gratuita.

Podemos ver que a lo largo de la historia ha sido muy importante la relación entre libros y hoteles. Para los primeros, el impulso que les dieron los segundos fue determinante en el aumento de número de ventas. Y los segundos se beneficiaron de la importancia que los primeros tienen para una gran parte de la población mundial.

Esta tradición tan arraigada en Estados Unidos, carece, sin embargo, de fuerza en España. A pesar de que en nuestro país, el cristianismo siempre ha sido la religión más practicada, los alojamientos no han querido decantarse por ningún culto en especial. Por eso es típico que a nuestra bienvenida, los hoteles nos agasajen con cestas de frutas o estancias gratuitas en los spas.