Vilafames

6 Ene 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Castellón por la CV-10 en dirección a Borriol y desde allí a Pobla Tornesa. Desde Pobla Tornesa se sigue por la CV-15 hacia Vall d´Alba y a dos kilómetros se toma el desvío a la izquierda por la CV-160 hasta Vilafamés.

Esta pequeña población situada en el Castellón interior, en las primeras cotas de montaña, antes de que la severidad de El Maestrazgo se muestre sin tapujos, fue tocada por la fortuna hace ahora veintisiete años. El espacio, que prácticamente estaba abandonado pasó a convertirse en lo que es hoy: un centro cultural de primera línea que refleja vanguardias y tendencias en el mundo del arte y un lugar de paso obligado para los amantes el arte contemporáneo.

Al ser un Museo abierto, esa obra podía cambiarse periódicamente por la que consideraran más adecuada para reflejar su momento creativo. Más de 500 obras se muestran en las diversas salas del palacio, incluso en las terrazas, y constituyen un curioso itinerario estético sobre las vanguardias españolas, desde la tradición de los años veinte hasta el arte de nuestros días.

Un recorrido por la villa antigua nos traslada a la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, situada ante una explanada que permite contemplar el municipio desde cierta altura. En su interior llama la atención el zócalo cerámico realizado con estilo de Alcora del siglo XVIII. La casa del Batlle fue construida a finales del siglo XIV o comienzos del XV.

Desde el museo se asciende al castillo por la calle de la Iglesia para observar restos de la muralla y de las torres. La fortaleza es de origen romano, los árabes la reconstruyeron y siglos después, con motivo de las guerras carlistas, los isabelinos la afianzaron.

Desde el castillo se divisa perfectamente la silueta abrupta y rojiza del macizo de Penyagolosa. La situación estratégica de Vilafamés, distante de la línea de costa y con un campo visual muy amplio, que permite controlar los movimientos del llano.

De todos los vestigios romanos que permanecen en tierras de Castellón, el arco de Cabanes es uno de los que mejor se conservan. A dos kilómetros de la población que le da su nombre, y a diez de vilafamés, el testimonio arqueológico se levanta firme y poderoso en medio de un desolado llano, en el que no queda ningún otro rastro arquitectónico del paso de los romanos por estas tierras, que contaron con una importante calzada de comunicación, la vía Augusta, que enlazaba Roma con Cádiz bordeando la costa mediterránea.

La ausencia de inscripciones sobre las piedras del arco hacen enigmática la función que tenía, porque el trazado de la Vía Augusta no pasa por debajo del arco, sino relativamente cerca, por un lateral. Así que debió ser el arco de acceso a una villa romana construida a un lado de la calzada en torno al siglo II después de Cristo.

Desde el arco, la visión de la comarca y de las grandes montañas que la rodean es extraordinaria. En el orizonte se sitúa el macizo de Penyagolosa. Y en las montañas cercanas al litoral se divisa el pintoresco pueblo de vilafamés, escondido y protegido por el monte.

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