Cosechadora a tractor… Jaque mate
La mañana del sábado 18 de agosto, la localidad de Hinojosa (Guadalajara), amaneció dispuesta a darle una vuelta de tuerca a un popular juego de estrategia cuyos orígenes, tal y como lo conocemos hoy en día, se remontan a la Europa del siglo XV, aunque se considera evolución de un juego persa conocido como shatranj, inspirado a su vez en el chaturanga, que se practicaba en la India en el siglo VI.
El evento se anunciaba como “el ajedrez más grande del mundo”. Si a eso le añadimos que las fichas eran tractores y cosechadoras, el espectáculo está servido. La original iniciativa parte de un vecino del pueblo, Carlos Malo, quien quiso aunar su oficio de agricultor con una de sus aficiones, el ajedrez.
Así, desde primera hora, 30 tractores y dos cosechadoras se reunieron en las afueras de Hinojosa para disponerse en un campo próximo en el que se habían trazado las 64 casillas que componen el tablero, de unos 25.600 metros cuadrados. Las máquinas se repartieron a ambos extremos: las cosechadoras hacían las veces de reinas, mientras que los tractores llevaban distintos aperos para que fuera posible diferenciarlos.
Pasadas las 11 de la mañana comenzó la partida, que enfrentaba a Miguel Moreno y Salvador Palomino, los dos finalistas del torneo celebrado el día anterior. Mientras ellos jugaban en un tablero normal y corriente, sus movimientos se retransmitían por radio para que las máquinas, a unos metros y ayudadas por quads, los reprodujeran en el campo de cebada.
La iniciativa, que nació hace un tiempo, entre bromas, durante una partida de ajedrez, reunió a centenares de personas. Entre los asistentes, se encontró la presidenta de la Diputación Provincial, Ana Guarinos, quien felicitó al organizador por una magnífica idea para que la gente acuda al mundo rural. Malo se mostró muy satisfecho con el éxito del evento, con el que también pretendía rendir homenaje a su difunto padre Hermenegildo, amante de la agricultura y del ajedrez.