Valles de Ansó y Hecho

16 Feb 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Huesca hay que tomar la carretera regional A-132 que, en dirección a Pamplona, lleva a la localidad de Puente La Reina. Desde aqui, continuando por la N-240, se llega tras ocho kilómetros de recorrido a Berdún, desde donde nace la A-1602 que, a través de la foz de Biniés, recala en Ansó. Una sinuosa carretera conecta las localidades de Ansó y Hecho. Desde Puente La Reina también se puede llegar directamente a Hecho, enlazando la A-176 que remonta el valle del río Aragón Subordán.

Los valles de Ansó y Hecho son los más verdes y frondosos del sector aragonés de los Pirineos. En ellos penetran sin pudor las brumas, nubes o «boiras», como las llaman por aquí, procedentes del Atlántico, que le confieren un característico clima oceánico. Sus tupidos bosques de hayas (llamados localmente «selvas») sus jugosos pastizales y sus pueblos de piedra y madera conforman un paisaje de gran atractivo en el límite de la provincia de Huesca con Navarra.

La villa de Ansó captura al viajero por la belleza y tipismo propios de los pueblos del Pirineo oscense. Un paseo por las empedradas calles de Ansó permite disfrutar de la arquitectura popular de este rincón aragonés, que conserva la fisonomía que seguramente tuvo hace siglos. La sobriedad constructiva del exterior de los edificios no merma de ellos ni un ápice de su encanto. Los tejados de las casas son a dos, a tres e, incluso, a cuatro aguas con chimeneas de forma trococónica; las fachadas, de recias paredes de piedra balconadas de madera.

El edificio más sobresaliente del casco urbano de Ansó es la iglesia parroquial de San Pedro, concebida originalmente para desempeñar una función claramente defensiva, tal y como se puede apreciar en detalles como la escasez de vanos, la altura o la presencia de matacán. Con entrada en arco de medio punto, su interior pertenece a la estilo gótico tardío.

Un buen momento para acudir a Ansó es cuando se celebra la fiesta de la Exaltación del Traje Popular, el último domingo del mes de agosto. Los vestidos ansotanos, protagonistas festivos de desfiles y pasacalles, tienen un indudable protagonismo antropológico, y son uno de los legados más ricos de la cultura tradicional aragonesa.

Desde el Centro de Interpretación, (antiguo cine del pueblo, donde el visitante puede observar una exposición permanente sobre la conservación), y antes de tomar rumbo a la vecina villa de Hecho, se pueden preparar las excursiones y paseos or el valle de Ansó. Resulta recomendable sumergirse previamente en el ambiente del alto valle de Ansó, para lo cual hay que tomar la carretera local que conduce al valle de Zuriza, un bello paisaje en el que se combinan las masas arboladas de hayas, fresnos, tilos y arces, con las altivas paredes rocosas de lugares como la peña de Ezkaurri o la iserra de Alanos. Fuera de época de nieves, merece la pena hacer las excursiones a pie por los barrancos de Linza y Petraficha, o, los más preparados para ello, ascender a lo alto de la Mesa de los Tres Reyes (2.438 m.) y el pico Petrechema (2.374 m.)

Hecho es una villa cuidada y pintoresca. De arquitectura popular muy similar a la de la vecina localidad de Ansó, Hecho cuenta con la iglesia parroquial de San Martín (de factura románica), el museo al aire libre de escultura y el museo etnológico local en el que se ofrece una completa muestra de las costumbres y tradiciones del lugar.

Más arriba de la villa de Hecho se encuentra Siresa, pequeña y arreglada localidad que, según algunos historiadores, fue cuna del Rey aragonés Alfonso I.

La estrecha carretera de montaña todavía prosigue, tragada repentinamente por las entrañas de una garganta fluvial que el río Aragón Subordán ha tallado durante miles de años. Se trata de la Garganta del Infierno, un paraje angosto, umbrío, cerrado por enhiestas paredes naturales de roca, donde el río se abre paso con poderío y violencia cuando se produce el deshielo en las montañas circundantes.

Al otro lado de la Garganta del Infierno, las laderas empiezan a poblarse de cerrados bosques de hayas y abetos blancos. La Selva de Oza es un compendio de árboles, praderas, arroyos y relieves montañosos impresionantes.

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