Una excelente acogida, unas habitaciones amplísimas y muy cómodas, unas magníficas vistas sobre "los mares verdes de Castilla" y su situación en el corazón de la Ribera del Duero, hacen del Palacio de Guzmán el lugar perfecto para un descanso, una reunión de trabajo o unas vacaciones. Desde luego repiteré la visita.