Una casa preciosa a la que no le falta detalle, limpia, y enclavada al lado de un pequeño río que hace de la estancia una experiencia única. La paz y la tranquilidad que se respira es lo que más me ha conquistado, y sus burritos, por supuesto. Y Charli, su anfitrión, ha sido muy amable y atento dándonos todo tipo de facilidades.