Hacienda Llamabúa tiene un encanto especial, casi mágico. Acostumbraos al ruidoso ajetreo urbano, en Llamabúa tuve la sensación de que el tiempo se detenía. Solo se escuchaba el trinar de las aves y el suave mecer de las hojas de los árboles con la brisa. Todo un ejercicio de relax que hace olvidar las asperezas de la cotidianidad. Nos alojamos en uno de los apartamentos bien cuidados y con todo lo que se necesita. Un verdadero placer, sin duda