Fuimos el puente del primero de Mayo con un único fin: despejar la mente del stress de la ciudad, el trabajo y descargar la mochila de todo lo innecesario que vamos acumulando dia a dia. El objetivo fue conseguido y superado. Descubrir, una vez más, el encanto del entorno y volver a sorprendernos otra vez por su gastronomía, por la generosidad de sus platos y por la hospitalidad de sus gentes. A todo esto contribuyen unos personajes de novela: el bigote blanco del que asoma una cordial sonrisa que te da la bienvenida y te despide con agradecimiento, sus hijos, sin bigote, Guillermo y Pablo que gestionan la Casa rural y el Rte. La Moncloa, son capaces de sorprenderte por su amabilidad y gentileza. Y un homenaje al cocinero y su equipo por sus suculentos platos que a pesar de su sencillez te hacen disfrutar de "la buena mesa" . Gracias por todo, volveremos !!!