El sitio es precioso, está bien situado pero apartado del pueblo asi que no hay ruidos. Las habitaciones están decoradas por Magalí que os aseguro domina además la cocina a la perfección. Miguel es muy amable y extrovertido y consigue que te sientas como en tu casa. A los que les gusten los animales deciros que tienen dos perros magníficos y una preciosa gatita, y un "gatito" que corren por la finca y son muy juguetones. rEalmente una experiencia fantástica.