Sólo por el trato merece la pena hospedarse en el Casillón,luego cuando llegas a la puerta ya te parece un lugar mágico,pero una vez que entras en la que va a ser tu casita unos días no quieres salir de ella porque no le falta nada,y la quieres para ti pa'siempre. Ver la puesta de sol desde cualquiera de sus ventanas no tiene precio. Repetimos seguro!