Como explicar unas vacaciones fascinantes, estoy seguro que no hubiese ser podido en otro alojamiento, hay "detalles" que con dinero no se paga: levantarte por la mañana en calzoncillos, con el café en la mano salir al patio sin abrir la puerta ya que estuvo abierta por la noche, recorrer la finca acompañado del canto de los pájaros, solo a lo lejos el brazo alzado de un pastor con su rebaño... y silencio... mucho silencio. El trato fue por nueve noches y nos quedamos diez, y no pudimos mas porque venían mas inquilinos. Un entorno espectacular, por las noches te metes una hartada de estrellas, (no hay contaminación lumínica). A 4 y 6 minutos respectivamente de dos sendas playas preciosas, a un pasito tanto de Gijon y a menos de Avilés, la vivienda, excelente, (las fotos son muy antiguas) esta mucho (pero con diferencia) mejor. No le falta absolutamente nada, equipadisima, muy cómoda y extremadamente limpia. De Socorro (la propietaria), que decir... una Asturiana de pura cepa, agradable tanto ella como su hijo, majisimos, atentos, cordiales y cercanos. Nosotros, una familia de 5, con chavales entre 20 y 24, todos, nos quedamos con ganas de repetir.