Qué ver en Arbo

Consistorio o O Pazo -como se le conoce popularmente- es la capital municipal de este ayuntamiento fronterizo con Portugal. La base de la economía es la agricultura, basada sobre todo en el maíz y el vino. La aguja es el elemento que define al vino de Arbo, del que existen diferentes variedades de blanco y tinto. De relativa importancia es la pesca de salmón, sábalo, lamprea, carpa y trucha en el Miño.
La industria cuenta con fábricas de madera y son de reciente creación las granjas de explotación avícola. La vida comercial, por la situación fronteriza, es activa, con mercados semanales en O Pazo y ferias de ganado en A Lomba. Entre las numerosas fiestas que celebran los vecinos destacan las dedicadas a San Roque, que vienen celebrándose desde el siglo XVI todos los 16 de agosto.
Hay en todo el municipio abundantes casonas y pazos, en una zona en la que los vestigios de la época prehistórica son completamente desconocidos debido a la carencia de datos y materiales. La única pieza catalogada en la Carta Arqueolóxica de la provincia de Pontevedra como neolítica es un hacha que apareció en Cabeiras.
El documento histórico más antiguo que habla de Arbo es el de un privilegio del rey Alfonso VII por el que hace donación real del territorio al Monasterio de Melón. Alfonso IX, en el 1021, dona a Melón la mitad de la iglesia de Santa María de Arbo. Más adelante otro rey, Fernando II, confirma el privilegio de sus antepasados al monasterio y añade Coto y Granxa de Arbo en el año 1184.
Como ésta fue una zona histórica y estratégicamente importante, los señores feudales, para defenderse mejor, levantaron fortalezas a uno y otro lado del Miño, como las de Melgaço, Lanhoso, Fornelos, Salvaterra y Tui.