La Granjuela de hoy es hija de la posguerra, que restauró heridas de ruina y desolación. Donde apenas quedó piedra sobre piedra, la reconstrucción levantó blancas y humildes casitas, muchas de las cuales se acicalan ahora con zócalos de azulejos. Sobre tanto sosiego se alza vigilante como ángel protector el blanco campanario neobarroco de la iglesia, que acoge con hospitalidad a la cigüeña a partir de San Blas.
La Granjuela fue, en su origen, un cortijo de Fuente Obejuna citado documentalmente por primera vez en 1579, que en la Edad Moderna alcanzó el rango de aldea. Con las vecinas villas de Valsequillo y Los Blázquez, más las ya desaparecidas de Los Prados y Esparragosa, formó el municipio de Cinco Aldeas entre 1817 y 1842, año en que se emancipó administrativamente. Su casco urbano sufrió las consecuencias destructivas de la Guerra Civil, al estar situada en zona de frente.