Somos dos familias sevillanas que estuvimos allí en agosto. El nombre de la casa refleja la realidad que vivimos en aquel lugar. Aquello es maravilloso, y si hablamos de Inma, la casera, no tenemos palabras de agradecimiento hacia ella. Se llevaba a las niñas para ordeñar las vacas, se sentaba con nosotros algunas tardes. Lo único que le falta a la casa para ser perfecta, es una piscina, pero viendo el fresco que hace allí se comprende. Un abrazo para Inma y esperamos volver lo antes posible.
Nos juntamos un fin de semana un grupo de amigos para desconectar de la rutina diaria, y no pudimos haber elegido mejor sitio. Tal vez un poco complicado de llegar (por suerte el teléfono de Inma siempre está disponible), pero las curvas merecen la pena, porque al final del camino encuentras la paz y tranquilidad que estabas buscando. Sólo con poder ducharte con la ventaba abierta y viendo el paisaje que asoma, ya has amortizado el precio. El lugar, increíble, al pie de las montañas, verde por todos lados y rodeados de toda clase de animales: vacas, cabras, perros, conejos, peces... incluso papagayos o erizos, os podéis imaginar a los niños. La casa, ideal para lo que estábamos buscando. No molestas a nadie y nadie te molesta; limpia, ordenada y con todo lo necesario para que no eches nada en falta. El tiempo acompañó, así que nos pudimos dar el lujo de comer en el porche los dos días, e incluso más de uno se tumbó en la hierba a echarse una siesta. El resto, niños incluidos, pudieron echarse un partidillo de fútbol o recordar viejos tiempos jugando al futbolín.
Insisto en que tiene de todo, pero si algo necesitas, no tienes más que avisar a Inma, la guardesa, que vive a dos pasos (y no hablo en sentido figurado). Si necesitas pan, avisa a Inma, si necesitas leche, avisa a Inma, si necesitas Cola Cao para los niños, avisa a Inma, que quieres un cordero para asar, avisa a Inma (eso sí, con tiempo), que quieres ir a ordeñar una vaca, avisa a Inma... lo que sea. Tanto ella como su marido, Jesús Mari, están siempre dispuestos para que no te falte de nada.
En fin, que se lo recomiendo a todo el mundo y que estoy seguro de que no será mi último fin de semana en el valle de Soba.
Esta casa y este lugar, hace honor a su nombre: EL PARAISO DEL YAYO y de todos. Hemos disfrutado como enanos, desde el más mayor, al más pequeño, un lugar que invita a conocer los alrededores y a la relajación. Una casa inmejorable y unas vistas que son el mayor deleite. Hemos estado DE MARAVILLA. Volveremos. También nos han tratado fenomenal, gracias Inma. Recuerdos de todos los de LOGROÑO
Hemos estado en la casa 6 personas del 4 al 6 de febrero.¡Nos ha encantado!.Un lugar con un paisaje increíble que invita a pasear y relajarse de la tranquilidad que se respira.Nos ha hecho buen tiempo,soleado.Hemos disfrutado en el porche del desayuno y las comidas ( hasta hicimos una barbacoa).
La casa está decorada con muy buen gusto.La gente muy amable.
Seguramente repetiremos en otra ocasión.
El paraíso del Yayo, una maravilla, Nada mas entrar nos dejo impresionados y eso que llegamos ya de noche......, al día siguiente nos termino de conquistar con esa paz y tranquilidad que da el entorno rural, y unas vistas estupendas, no dudaremos en volver. (Una casa muy acogedora no queríamos marcharnos).
Gracias y un Saludo
Estuve el fin de semana en compañía de un matrimonio amigo y su hijo de 3 años. El lugar es maravilloso y la casa muy confortable. Estaba nevando pero no pasamos nada de frío ( muy buena calefacción y una gozada la chimenea de leña ).
Para hacer rutas y caminar es perfecto. No oyes una mosca. Muy, muy tranquilo.
El niño se lo pasó en grande en el columpio y jugando con la nieve.
En resumen, muy recomendable por la tranquilidad, calidad y precio. Para volver enseguida ( cuando las ocupaciones laborales lo permitan, claro ). Gracias y un saludo.-