Un fin de semana para recordar; en primer lugar el alojamiento tiene todo lo que uno necesita para evadirse unos días con los amigos o la familia, tiene piscina, billar, ping pong, dardos.. incluso improvisamos cocinando en el horno de leña y salio genial, el dueño fue muy cordial, amable y atento a todas nuestras necesidades, hasta el punto de que le llamamos para que nos explicase como se conectaba el 'caraoque' y no tuvo ningún problema en explicárnoslo, la estancia tiene un estilo rural muy acogedor y la zona en si es el sitio perfecto para salir a hacer una ruta por el monte como hicimos las dos mañanas que estuvimos, lo único que da pena es no poder vivir allí. VOLVEREMOS!