Nosotros fuimos con dos parejas más de amigos y puedo decir que fué un fin de semana genial. Los dueños encantadores, te reciben y desde el primer momento hacen que la estancia sea de los más agradable; el entorno es precioso y la casa una monada, rústica y funcional a partes iguales, y super acogedora (la chimenea en el salón, sentarse en el jardín con el ruido de fondo del agua que antiguamente movía el molino,...). Repetiremos sin dudarlo, en otoño el paisaje tiene que ser increíble y es un sitio ideal para hacer rutas por el monte. Muy recomendable!