El recinto amurallado ha dotado a la ciudad de una imagen apenas alterada lpor el paso del tiempo, permaneciendo practicamente intacta desde su construcción en el siglo XVI. La integridad del recinto es debida a diversas circunstancias, entre ellas el escaso impulso urbanístico de la ciudad a finales del siglo XIX y a principios del XX, que en Eivissa se concretó en urbanizaciones extramurales, que actualmente conforman el entorno arquitectónico y natural de dalt Vila.

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