Desayunar en la terraza mientras observas los cerdos ibéricos en la dehesa... no tiene precio. Observar al milano negro que vive en el alcornoque de enfrente... es sublime!. Pasear con el niño y dar de comer a cerdos, cabras, gatos, perros y caballos... no tuvo precio para mi hijo. ¡Felicidades a Jonás y Alfonso por los buenos ratos que nos han hecho pasar!