El camino hacia la casa es algo escarpado, pero vale la pena. Desde el principio, Cris y Gabi te hacen sentir como en casa. Un lugar que ellos mismos habilitaron, no le falta ningún detalle, todo muy limpio y camas cómodas. Un espacio para soñar y disfrutar del atardecer. Ideal para niños; perros, burritos, gallinas, piscina, tirolina... Mi hija no quería irse y nuestro perro Max tampoco. ¡Deseando volver!