Nos sentimos como en casa: gracias al alojamiento, los propietarios y el pueblo. Disfrutamos una semana inolvidable en julio, de la que mis hijas aún se acuerdan meses después. Los propietarios son encantadores: Pilar es una anfitriona excepcional, muy atenta y siempre asegurándose de que no nos faltara nada. Fue muy considerada y amable con las niñas, que están ansiosas por volver. La casa es espaciosa, confortable y decorada con gusto. ¡Regresaremos!