Disfrutamos 4 días maravillosos, y si no fuera porque las vacaciones se acaban, nos habríamos quedado más tiempo. Nos alojamos en la casa del pedregal, que cuenta con todo lo necesario para la vida diaria, y si hace falta algo, la dueña está dispuesta a proporcionarlo. Los niños se divirtieron mucho corriendo por el prado, observando las vacas y trepando al hórreo. Todo muy seguro porque la finca está completamente cerrada. No tengo ninguna duda de que volveremos, la dueña es un encanto y siempre se preocupa por el bienestar de sus huéspedes.