Esperabamos relajarnos y desconectar de la ciudad pero fue mucho más lo que nos encontramos. Cada detalle parece estar pensado con originalidad y los dueños y la casa en si misma transmiten buena energía y cariño. Todo precioso, los alrededores inolvidables(que gozada de rafting bajo los Mallos de Riglos) y los desayunos buffet mejor que hemos tomado, todo artesano y muy variado. ¡Repetiremos!