Tras un largo viaje (de más de 700 kms) llegamos a Can Sisó y lo primero que nos sorprendió fue la tranquilidad del pueblo, sin nigún ruido. La verdad es que nuestra idea de un viaje de relax se hizo patente y logramos desestresarnos del ambiente de la ciudad. Además, el trato de Olga y Lorenzo, siempre atentos a todo, ayudó muchísimo. Fue una pena que sólo pudieramos ir para un fin de semana, pero es más que seguro que volveremos.