Un hotel rural con muchísimo encanto. He pasado el fin de semana junto a mi pareja y nuestro perro. No les falta un detalle, puedes desayunar, comer o cenar en su restaurante, tienen una comida exquisita y una presentación muy cuidada. Fernando, el propietario nos informó de las mejores rutas para nosotros y pasamos el día disfrutando de la zona, al volver al hotel, un bañito en la piscina que es idílica y al despertar al día siguiente, unas vistas y un entorno que no tienen precio. Hemos disfrutado mucho y hemos estado muy cómodos. Sin duda para repetir!