Nos hemos alojado en el hotel, aprovechando la oferta de San Valentín. La Posada es preciosa, con un sabor tradicional y acogedor. La habitación abuhardillada amplia y perfecta, cálida. Todo muy silencioso. Las atenciones que acompañaban la oferta, resultan muy sugerentes ( el masaje, el spa, el gin-tonic por la tarde...). Aunque estuviera lloviendo, el lugar y la zona nos encantó, con lo que en verano tiene que resultar todavía mejor. Santander está cerca y hay multitud de playas para elegir. Bien atendidos y con discreción. Un lugar muy recomendable para disfrutar en tranquilidad y dejarse llevar.