La casa es maravillosa, todas las habitaciones son muy espaciosas y a prueba de ruido. Destaco la gentileza de Javier, quien nos mostró todos los detalles de la casa, y la fascinante lección de historia que nos brindó Sagrario, quien nos mostró la iglesia, los libros y la historia del pueblo de Pitillas. ¡Son una pareja encantadora!