Martina es encantadora nos trato genial y el sitio estaba impoluto, más limpio imposible,el desayuno era correcto con cositas caseras, si le tengo que poner algún pero sería más al pueblo que a la casa, apesar de ser un pueblo precioso carece de servicios para la cantidad de turismo que en algunas fechas se concentra en el valle de Salazar, solo un restaurante con atención pésima, nos costó mucho un lugar donde hacer las cenas y al final tuvimos que tirar de bocadillos con lo poco que nos habíamos traído de Madrid y el segundo pero que en las habitaciones no había televisión solo en el salón donde desayunabamos si querías verla tenía que ser sentado en una silla.