Este precioso pueblo está escondido entre montículos de pinares, robledales y prados. El paisaje que se divisa desde el Cabezo de Santa Marina es inigualable. En el horizonte, altivas y bravas, Peña Telera y Peña Blanca, y a su píes el Pantano de Bubal. Entre casones solariegos de noble porte, muros, balcones y ventanas son de increíble belleza. Cuenta con una pequeña iglesia románica del S. XII, con un excelente retablo renacentista del S.XVI dedicado a San Martín.
Merece especial mención, la celebración de sus fiestas tradicionales conservadas a través de los años, como la "ronda" que recorre todas las casas del pueblo, danzando los mozos el típico "paloteo", y echando brindis, en graciosos pareados, entre buenos platos de jamón y recios vinos de la tierra.
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