El convento de Santa Cruz, hoy factoría de Tabacalera, es uno de los edificios más representativos de la calle Alta santanderina, que suele pasar desapercibido al paseante. Comenzado a mitad del siglo XVII, albergó a sucesivas comunidades de monjas franciscanas o clarisas coletinas, hasta que en 1835 fueron expulsadas sus residentes. Tres años después el edificio comenzó a emplearse como fábrica de tabacos.