Qué ver en Membrillera

Desde los primeros momentos de la reconquista de estos valles, a fines del siglo XI, consta la existencia de población en este entorno, aunque en principio fueron dos pequeños lugares, San Pedro de Castillo y Condemios de Bornoba, los que dieron fundación al más importante enclave de Membrillera, que surgió hacia el siglo XIII. Perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza y luego pasó a la de Jadraque, en cuyo sesmo de Bornova quedó incluida. Como todo el Común jadraqueño, pasó en 1434 a poder de don Gómez Carrillo, por donación del rey Juan II de Castilla, y luego a don Alfonso Carrillo de Acuña, quien en 1478 se lo traspasó al cardenal don Pedro González de Mendoza, y en el "Condado del Cid" que este fundó para trasmitírselo a su hijo Rodrigo, marqués de Cenete, pasó luego a los duques del Infantado, sus descendientes, en cuyo señorío permeneció hasta el siglo XIX. Vivió el pueblo de la labranza de sus tierras, cereal, y algo de huerta. En el siglo XVIII se instaló en el pueblo una escuela de tornos de hilar para la fábrica de paños de Brihuega. Hoy mantiene a duras penas una escasa población, dedicada por entero al agro. Para saber más de Membrillera, debe consultarse un libro interesantísimo publicado hace algunos años. Fue su autor José Andrés Riofrío, y su título ?Membrillera, historia y tradición?.

La iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora la Blanca es obra construida de mapuesto de sillarejo, excepto la torre que es de buena piedra sillar. Se trata de un templo relativamente moderno, construido entre 1793 y 1810 según la traza del arquitecto Manuel Machuca y Vargas. Fue costeada totalmente por el pueblo, pues la antigua se hundió en 1787. Muestra al exterior un fuerte aspecto en su fábrica de sillarejo con esquinas y contrafuertes de bien labrado sillar. Una torre de sencillas líneas neoclásicas, con vanos para las campanas, completa su aspecto. El interior es también sencillo, de una sola nave, y hoy no posee objetos dignos de estudio, pus su gran tesoro parroquial, en el que destacaban vareias esculturas románicas, obras de orfebrería y bordados renacentistas, un cuadro de Claudio Coello y otras muchas piezas, desapareció en la Guerra Civil de 1936-39. También en el pueblo pueden admirarse algunos hermosos ejemplares de arquitectura popular de la zona, que por ser de transición entre la Campiña y la Sierra, muestra detalles que van desde edificaciones de sillarejo calizo a muros de adobe, con entramados ricos de fuerza plástica. También por el término se encuentran las clásicas tinadas, en especial las de las Mesas y el Cuento Carrasco, que son edificios destinados a recoger el ganado. En un altozano sobre el valle del río Bornoba, se pueden ver los restos de un torreón medieval que llaman la ?Casilla de los moros? y que es un ejemplar más de los que formaban la línea defensiva del Común de Atienza en los primeros años de su formación. Es de planta ciruclar y está construida con fuerte mampuesto.