Desde la esplendorosa Tartessos hasta la colonización romana, con claros vestigios, en la actualidad, en la finca denominada Los Bojeos, cercana al río Tinto, y en la que aparecieron restos de una villa romana perteneciente, posiblemente, al siglo I de la Era Cristiana.
En la actualidad, entre los documentos históricos de que se tiene conocimiento, destaca el texto de José Antonio García, que narra lo siguiente: "desde la época visigótica, a partir del siglo V la arqueología y epigrafía nos corroboran determinados asentamientos castrenses, con el descubrimiento y posterior asedio y conquista de la ciudad de Niebla por Alfonso X El Sabio (s. XIII)". En esta época comienza, ya ininterrumpidamente, la etapa cristiana. En esta época, Bonares, tras la concesión en 1369, con el título de Condado de Niebla, de su término y aldeas a Juan Alonso de Guzmán, vincula su devenir al recién constituido señorío.
Partimos, pues, de 1369, cuando Niebla se convierte en Condado, en favor de Juan Alonso de Guzmán, Señor de Sanlúcar. El Condado de Niebla, con la ciudad de su nombre como cabecera, aparecía sembrado de aldeas, cuyo volumen y número aumentó en el siglo XV: Beas, Trigueros, Rociana, Villarrasa, Lucena, Calañas, Facanías (luego se llamaría Valverde del Camino), Puebla de Guzmán, El Alosno, El Almendro, Santa Bárbara, etc.
La historia de Bonares hay que buscarla, por tanto, en la propia vida del Condado de Niebla y como elemento inseparable de tan grande conjunto.
La gastronomía bonariega ha sido y sigue siendo un punto de unión para todos los bonariegos; dependiendo de la estación del año o simplemente de las condiciones climáticas del día, los habitantes de Bonares eligen de entre la variedad de platos populares. Estos, a veces simples y sencillos, son siempre originales y propios de la localidad. Las recetas pueden variar ligeramente de unas familias a otras, pero conservan siempre las bases establecidas por los bonariegos desde tiempos muy lejanos.