Las casitas son preciosas, muy cuidadas al detalle, el paisaje idílico por las mañanas nos despertábamos con los cencerros de las vacas que pasaban por delante para ir a pastar. Y Julia, la señora que nos atendió muy maja. Lo único malo que coincidimos con la otra casa alquilada y tenían 3 críos bastante mal educados y esas paredes son de papel y se escuchaba todo.