Qué ver en Cabaces
Municipio de El Priorat, situado al oeste de la comarca, en contacto con La Ribera d´Ebre. El término municipal tiene una extensión de 32,21 km², atravesado de norte a sur por el río Montsant que divide el territorio en dos zonas desiguales. La más extensa se extiende por las últimas estribaciones occidentales de la Sierra del Montsant; la otra, sube por las vertientes orientales de un conjunto de sierras, consideradas las últimas derivaciones meridionales de la Sierra de La Llena. Comprende, además, buena parte de la vertiente septentrional de la montaña de Sant Pau, en la Sierra de La Figuera.
Los fuertes desniveles del terreno hacen que presente un gran contraste entre la parte más alta, en el Montsant, y las zonas relativamente llanas de la parte baja y los regadíos de las orillas del río.
Hasta la llegada del período musulmán no hay ningún indicio que permita asegurar la época en que fue creado el primitivo núcleo de población de Cabacés. Lo que sí se sabe seguro es que el pueblo existía durante la dominación musulmana con el nombre de Avincabacer. En esta misma época situaríamos el Castillo de Cabacés, dependiente directamente del gobernador musulmán de Siurana.
En 1149, Ramón Berenguer IV donó el lugar al Abad de Santa María de Monteflabon (Galia belga), para fundar un monasterio con el nombre de Vallclara. La vida del monasterio fue muy corta, por eso el prior de Vallclara lo donó al obispado de Tortosa en 1158, donación que confirmó el Conde de Barcelona en 1159. Así se inició el Señorío de Cabacés, en el que quedaron integrados también los pueblos de Margalef, La Bisbal, La Vilella Baixa, La Figuera y El Lloar, bajo la jurisdicción de la sede de Tortosa.
En 1185, el obispo de Tortosa, Ponç de Mulnells, dió la Carta de Población a los habitantes de Cabacés. Desde entonces, el título de Barón de Cabacés fue ostentado por los prelados tortosinos, que compartían el señorío con el Conde de Prades. La baronía persistió hasta el siglo XIX, siglo en el que se abolieron los señoríos. Pese a ello, los obispos de Tortosa continuaron disfrutando del título; en 1991 el obispo Ricard M. Carles renunció a la baronía, ya que lo consideraba un honor fuera de época.
