Es uno de los nueve conventos de clausura que todavía quedan en Alcalá y tal vez el más importante desde el punto de vista artístico. Fue fundado en 1.618 por el Cardenal Bernardo de Sandoval, Arzobispo de Toledo, para religiosas de la orden Cisterciense. La fachada principal, en ladrillo, es de gran austeridad, sólo rota por las tres portadas de piedra; sobre la central hay una hornacina ocupada por la imagen del santo titular. Pero esta sencilla fachada es un telón que esconde un extraordinario interior de plante elíptica, cubierto por una graciosa cúpula también ovalada. A su alrededor se disponen seis capillas adosadas, cuatro de ellas también de planta elíptica y dos rectangulares, decoradas -al igual que el presbiterio- con obras del italiano Ángelo Nardi, pintor de cámara de Felipe III. En lugar de retablo, la iglesia contiene un curioso baldaquino "a cuatro faces" ó, lo que es lo mismo, dispuesto para oficiar cuatro misas simultaneas. Tras él, las rejas de coro nos separan de la clausura.