Aldeanueva De Ebro

Qué ver en Aldeanueva De Ebro

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Foto: Carlos Sieiro del Nido

Desde Calahorra, dejando a la izquierda el curso del río Ebro, siguiendo la carretera N-232 dirección a Zaragoza, hacia el valle del Ebro, llega el viajero a la villa de Aldeanueva de Ebro, conocida popularmente por el pueblo de las tres mentiras porque ni es aldea, ni nueva ni pasa el Ebro, aunque sí lo hace por su jurisdicción en los regadíos de la ribera. Aldeanueva de Ebro se alza contra el viento en la antiplanicie que se extiende desde la falda del monte Yerga hasta el río Ebro, en un promontorio natural en donde resalta la iglesia parroquial de San Bartolomé, que se divisa desde varios kilómetros a la redonda con su esbelta torre de ladrillo oteando el horizonte.
De origen y vocación agraria, la principal riqueza de Aldeanueva de Ebro ha sido siempre la agricultura.
Pero si algo ha caracterizado a los aldeanos a lo largo de la historia ha sido su especial dedicación al cultivo del viñedo. No es por ello extraño encontrar en el año 1600 a los vecinos de Aldeanueva envueltos en un dura pleito con la ciudad de Calahorra para conseguir aumentar la plantación de viñas en los términos de Gambriales, Viñas Nuevas y Rivarroya.
No obstante durante siglos la finalidad fundamental de la viticultura fue la de satisfacer el consumo interno de vino del pueblo. Esta situación se vio radicalmente transformada en el último cuarto del siglo XIX con la creciente demanda de vino tras la destrucción del viñedo francés atacado por la filoxera. Así, las 151 hectáreas de viñedo que había en el año 1861 se convirtieron en 1100 hectáreas en 1890. Al viñedo plantado dentro del término municipal había que sumarle las 1650 hectáreas plantadas por los aldeanos en las jurisdicciones de Alfaro, Autol, Rincón de Soto y Calahorra.
En la actualidad el municipio cultiva aproximadamente 6.000 Ha de viñedo y gestiona alrededor de un 10% de todo el Vino de Denominación de Origen Rioja.
El paisaje que el viñedo ofrece en Aldeanueva, con varios Kilómetros continuados cultivados es espectacular en esta época del año, asemejándose a un “mar de viñas”, ya que la extensa masa vegetal parece un mar verde que se confunde y mezcla con el azul del limpio cielo.
De la mano de la viticultura ha corrido la historia de la industria vinatera. Así durante siglos, los vecinos de Aldeanueva de Ebro elaboraron vino de manera doméstica para satisfacer sus necesidades particulares en pequeñas bodegas situadas en el interior de sus domicilios. La única bodega importante era la de la parroquia, donde se elaboraba el 14 % del vino de la localidad, que posteriormente era vendido en subasta pública.
Durante el último cuarto del siglo XIX el pueblo se llenó literalmente de bodegas, en las que se llegaban a elaborar hasta 300.000 cántaras de vino, que en su mayoría eran compradas por vinateros y comisionistas franceses, guipuzcoanos y catalanes.
Tras la concentración de la producción vinatera en pocas bodegas a lo largo del siglo XX, especialmente desde 1956 en que se crea la Bodega Cooperativa San Isidro, en la actualidad Viñedos de Aldeanueva S.Coop., la mayor Cooperativa de la Rioja, con más de 800 socios, se ha pasado en los últimos años a la proliferación y modernización de bodegas en las que se elaboran unos caldos de alta calidad distribuidos por todo el mundo. Así en la actualidad Aldeanueva de Ebro cuenta con 20 Bodegas, en las que se elaboran vinos de Denominación de Origen Rioja, con las distintas variedades de uva cultivadas en la localidad y que ya tienen su sitio en el mercado internacional, siendo en estos momentos Aldeanueva de Ebro una de las localidades vitivinícolas más importantes de La Rioja.
En estos momentos Aldeanueva de Ebro es, por sus servicios, por su situación en el corredor del Valle del Ebro y su buena comunicación con el resto de España y de Europa a través de la N-232 y la autopista A-68, un atractivo importante para la creación de riqueza y calidad de vida.
De origen y vocación agraria, la principal riqueza de Aldeanueva de Ebro ha sido siempre la agricultura.
Pero si algo ha caracterizado a los aldeanos a lo largo de la historia ha sido su especial dedicación al cultivo del viñedo. No es por ello extraño encontrar en el año 1600 a los vecinos de Aldeanueva envueltos en un dura pleito con la ciudad de Calahorra para conseguir aumentar la plantación de viñas en los términos de Gambriales, Viñas Nuevas y Rivarroya.
No obstante durante siglos la finalidad fundamental de la viticultura fue la de satisfacer el consumo interno de vino del pueblo. Esta situación se vio radicalmente transformada en el último cuarto del siglo XIX con la creciente demanda de vino tras la destrucción del viñedo francés atacado por la filoxera. Así, las 151 hectáreas de viñedo que había en el año 1861 se convirtieron en 1100 hectáreas en 1890. Al viñedo plantado dentro del término municipal había que sumarle las 1650 hectáreas plantadas por los aldeanos en las jurisdicciones de Alfaro, Autol, Rincón de Soto y Calahorra.
En la actualidad el municipio cultiva aproximadamente 6.000 Ha de viñedo y gestiona alrededor de un 10% de todo el Vino de Denominación de Origen Rioja.
El paisaje que el viñedo ofrece en Aldeanueva, con varios Kilómetros continuados cultivados es espectacular en esta época del año, asemejándose a un “mar de viñas”, ya que la extensa masa vegetal parece un mar verde que se confunde y mezcla con el azul del limpio cielo.
De la mano de la viticultura ha corrido la historia de la industria vinatera. Así durante siglos, los vecinos de Aldeanueva de Ebro elaboraron vino de manera doméstica para satisfacer sus necesidades particulares en pequeñas bodegas situadas en el interior de sus domicilios. La única bodega importante era la de la parroquia, donde se elaboraba el 14 % del vino de la localidad, que posteriormente era vendido en subasta pública.
Durante el último cuarto del siglo XIX el pueblo se llenó literalmente de bodegas, en las que se llegaban a elaborar hasta 300.000 cántaras de vino, que en su mayoría eran compradas por vinateros y comisionistas franceses, guipuzcoanos y catalanes.
Tras la concentración de la producción vinatera en pocas bodegas a lo largo del siglo XX, especialmente desde 1956 en que se crea la Bodega Cooperativa San Isidro, en la actualidad Viñedos de Aldeanueva S.Coop., la mayor Cooperativa de la Rioja, con más de 800 socios, se ha pasado en los últimos años a la proliferación y modernización de bodegas en las que se elaboran unos caldos de alta calidad distribuidos por todo el mundo. Así en la actualidad Aldeanueva de Ebro cuenta con 20 Bodegas, en las que se elaboran vinos de Denominación de Origen Rioja, con las distintas variedades de uva cultivadas en la localidad y que ya tienen su sitio en el mercado internacional, siendo en estos momentos Aldeanueva de Ebro una de las localidades vitivinícolas más importantes de La Rioja.
En estos momentos Aldeanueva de Ebro es, por sus servicios, por su situación en el corredor del Valle del Ebro y su buena comunicación con el resto de España y de Europa a través de la N-232 y la autopista A-68, un atractivo importante para la creación de riqueza y calidad de vida.
De origen y vocación agraria, la principal riqueza de Aldeanueva de Ebro ha sido siempre la agricultura.
Pero si algo ha caracterizado a los aldeanos a lo largo de la historia ha sido su especial dedicación al cultivo del viñedo. No es por ello extraño encontrar en el año 1600 a los vecinos de Aldeanueva envueltos en un dura pleito con la ciudad de Calahorra para conseguir aumentar la plantación de viñas en los términos de Gambriales, Viñas Nuevas y Rivarroya.
No obstante durante siglos la finalidad fundamental de la viticultura fue la de satisfacer el consumo interno de vino del pueblo. Esta situación se vio radicalmente transformada en el último cuarto del siglo XIX con la creciente demanda de vino tras la destrucción del viñedo francés atacado por la filoxera. Así, las 151 hectáreas de viñedo que había en el año 1861 se convirtieron en 1100 hectáreas en 1890. Al viñedo plantado dentro del término municipal había que sumarle las 1650 hectáreas plantadas por los aldeanos en las jurisdicciones de Alfaro, Autol, Rincón de Soto y Calahorra.
En la actualidad el municipio cultiva aproximadamente 6.000 Ha de viñedo y gestiona alrededor de un 10% de todo el Vino de Denominación de Origen Rioja.
El paisaje que el viñedo ofrece en Aldeanueva, con varios Kilómetros continuados cultivados es espectacular en esta época del año, asemejándose a un “mar de viñas”, ya que la extensa masa vegetal parece un mar verde que se confunde y mezcla con el azul del limpio cielo.
De la mano de la viticultura ha corrido la historia de la industria vinatera. Así durante siglos, los vecinos de Aldeanueva de Ebro elaboraron vino de manera doméstica para satisfacer sus necesidades particulares en pequeñas bodegas situadas en el interior de sus domicilios. La única bodega importante era la de la parroquia, donde se elaboraba el 14 % del vino de la localidad, que posteriormente era vendido en subasta pública.
Durante el último cuarto del siglo XIX el pueblo se llenó literalmente de bodegas, en las que se llegaban a elaborar hasta 300.000 cántaras de vino, que en su mayoría eran compradas por vinateros y comisionistas franceses, guipuzcoanos y catalanes.
Tras la concentración de la producción vinatera en pocas bodegas a lo largo del siglo XX, especialmente desde 1956 en que se crea la Bodega Cooperativa San Isidro, en la actualidad Viñedos de Aldeanueva S.Coop., la mayor Cooperativa de la Rioja, con más de 800 socios, se ha pasado en los últimos años a la proliferación y modernización de bodegas en las que se elaboran unos caldos de alta calidad distribuidos por todo el mundo. Así en la actualidad Aldeanueva de Ebro cuenta con 20 Bodegas, en las que se elaboran vinos de Denominación de Origen Rioja, con las distintas variedades de uva cultivadas en la localidad y que ya tienen su sitio en el mercado internacional, siendo en estos momentos Aldeanueva de Ebro una de las localidades vitivinícolas más importantes de La Rioja.
En estos momentos Aldeanueva de Ebro es, por sus servicios, por su situación en el corredor del Valle del Ebro y su buena comunicación con el resto de España y de Europa a través de la N-232 y la autopista A-68, un atractivo importante para la creación de riqueza y calidad de vida.
El anhelo del hombre por la belleza va dejando a
lo largo de su historia numerosas obras que tienen un fulgor especial. En el centro de Aldeanueva se levanta una de esas obras enigmáticas, tocada por una miscelánea de voluntades y aciertos que la han acercado a nuestros días con un porte sublime e irrepetible.
La iglesia de San Bartolomé fue construida en ladrillo a partir del 1.573 por el maestro Domingo de Yarza, según la traza renacentista de Pérez de Solarte; éste dibuja una planta basilical presidida por la joya artística, casi milagrosa, de su Retablo Mayor. Sorprendente obra escultórica
iniciada en 1.575 por Arnao de Bruselas y Pedro de Troas, al estilo romanista, con ardientes referencias miguelangelescas. Retablos laterales barrocos completan una visión sobrecogedora de la cabecera del templo. El diseño del conjunto porponía dos torres iguales a ambos lados del pórtico principal, construyó solo una por problemas de cimentación Francisco del Pontón en 1.614, la Torre que ya desde la distancia da un sello inequívoco al grupo de casas de vivencias de Aldeanueva.
Con respecto a esta misma torre hay un hecho curioso: en 1711 se cubre con un chapitel, de construcción bastante defectuosa, que ocasiona numerosos problemas. Tres años más tarde el general Mina dispone que se desmonte; la tradición popular afirma que finalmente el chapitel sirvió para fabricar proyetiles que eran necesarios en la guerra de la Independencia.
Como el pueblo se extendía urbanísticamente mirando al muro sur de la iglesia, en este mismo muro construyó Blas García el Pórtico Sur en 1.728 de estilo barroco y al que se accede por el atrio llamado Fosal, denominado así por contener en otros tiempos fosos de enterramientos, sin embargo da lugar ahora a un conjunto de esculturas, mosaicos y empedrados de piedra que corean un lugar público singularmente acogedor. El empedrado reconstruye el antiguo de 1.779, y el resto de los elementos data de 1.979.
La Plaza de España se adosa a ese conjunto sur del templo y tiene en su centro un monumento singular que toma sus medidas y proporciones del pórtico sur de la iglesia y alberga en una balconada superior un conjunto de esculturas simbólicas de las estaciones del año, las horas del día y las edades de la persona humana, realizadas en 1.990 por el artista de la localidad D.MIGUEL ANGEL SAINZ JIMENEZ.
El origen estético de este monumento está, en su parte estructural de hormigón, en las formas clásicas griegas, mientras la estructura de hierro y cristal traduce un ideario cristiano gótico.
Como personajes fabulosos asoman en el monumento las esculturales, hilando entre todas ellas un relato cíclico: los ciclos del día (la aurora, la mañana, el mediodía, la tarde crepuscular y la noche), del año (primavera, verano, otoño e invierno) y los ciclos de la vida (la madre, adolescencia, juventud, madurez y ancianidad).
Cada escultura culmina a cada pilar, que a su vez son transcendidas por los elementos en hierro y vidiro de la parte alta; así, la aurora está sobre el pilar orientado con exactitud la Este, donde cada día asoma el sol, la primavera al sureste, el verano hacia el sureste, el otoño mira hacia el ocaso y el invierno hacia el noreste. El roseón o vidriera circular superior tiene un sentido solar, por su forma y por las líneas compositivas que contiene en su interior, ya que se señalan la dirección este-oeste del sol con vidrios rojos que van transformándose en azules a medida que se acercan a los polos norte y sur, específicamente trazado por una línea blanca que los une.
LA AURORA: tiene una base rocosa, tratado el material a punta de compresor, a fin de dar a entender el caos primigenio, lo que aún no está formado; sobre esta roca se apoya el gallo con una doble simbología: como fecundador del caos, de la noche, y como anunciador del resultado de esta fecundación, el día. La matrona, cuyo vestido inferior es la roca bruta, ya señalada, tiene un corpiño luminoso detrás del cual está el seno materno, y recibe con placer, adelantando el rostro y los senos, los primeros rayos del amanecer.
LA PRIMAVERA: También la mañana en el ciclo del día y la adolescencia en el ciclo de la vida humana. Es una niña mujer con carnero junto a sí, símbolo de la primera y que representa los primeros impulsos sexuales. Los puños cerrados como señal de arcaísmo y de la posesión de toda su ingenuidad; devía la mirada de la escultura contigua, el verano, pero el gesto de carnero delata la inevitable atracción.
EL VERANO: El mediodía, la juventud. Sale de un trigal el cuerpo apolíneo de un ser vigoroso y joven. Porta la cabeza de un toro, símbolo de la pasión consumada. Fruncido el ceño por el sol de mediodía, la tez morena y el porte relajado y sereno. Es la escultura que hace un referencia más intensa al legado griego.
EL OTOÑO: Con las uvas propias de esta estación y la libre junto a la cepa, uno de los símbolos otoñales de la huida. Aparece un hombre adulto, que por su contorsión y mirada chisposa parece estar embriagado, no sólo por el fruto de la vid, sino también por el día que abasa ya sus mejores horas, y el año, que va arruinando también sus días pletóricos. El torso - vidriera hace alusión al vértigo arrobado que produce en el hombre la consciencia de la caducidad.
EL INVIERNO: La ancianidad, la noche, cobra una entereza inusitada. En su brazo izquierdo se apoya la lechuza, símbolo de la noche de la sabiduría, y sostiene con la mano de este brazo el libro compendio de conocimientos, sobre el que reposa la mirada de este personaje cabal; mas de su hombro derecho cae el manto de nieve y de luz al que su mano diestra se agarra, presumiendo quizás el reinicio del ciclo; de las tinieblas a la luz.
Nos queda, casi olvidada, la escultura fuente que se sitúa precisamente en el eje mismo de todo el monumento. Es una mujer que se apoya sobre las manos, formando éstas la hoquedad que da salida al agua desde la profundidad de la tierra, del centro mismo de la plaza y simbólicamente de la esfera terrestre. El cuerpo de la mujer está formado por las formas helicoidales de la propia escalera de caracol que la rodea y abraza, cumpliendo la escultura las mimas funciones de ascenso y descenso, pues une a la humanidad que representan las esculturas superiores con la base del momunento, con la fuente o fundamento vital. Es la hembra que recibe el agua salpicada del brote profundo. La escultura, pues, no ha de invitar a ascender a la plataforma donde se manifiestan mediante las esculturas los ciclos inevitables y grandiosos del día, el año y la vida humana, con un tesón y fiedelidad sacrales.
Dos ermitas quedan en el pueblo de las tres que poseyó, jalonando la grandeza de la iglesia parroquial hacia espacios religiosos más pequeños y amables, repartidos en puntos vivenciales estratégicos. Uno de ellos estaba junto al portal del pueblo, llamado popularmente El Arco, donde se construyó la ermita del Nuestra Señora del Portal que está asentada a los pies de la parroquia y a más bajo nivel y el otro punto estaba junto a la Fuente, lugar donde se recogía el agua para el hogar, y lavar la ropa, estaba el abrevadero y se propiciaban el encuentro entre mozos y mozas casaderas, todo ello homejaneado en el mismo lugar por un conjunto escultórico realizado en 1.997.
La ermita del Nuestra Señora del Portal a lo largo de la historia ha experimentado numerosos avatares. Construida en 1536, se utilizó exclusivamente para el culto durante 300 años. Desde entonces su destino ha sido de los más variado. Así, fue hospital-enfermería durante la Guerra Carlista en 1836, oficina de ranchos, herrería del pueblo y teatro en 1857. En 1860 la Ermita fue rehabilitada por primera vez y recuperada para el culto. En 1949 se realizaron nuevas obras de mantenimiento hasta que en 1960 dejó de utilizarse definitivamente para la liturgia y cayó en desuso y formó parte de la parroquia como almacén de retablos, imágenes, y demás enseres de esta. Tras 40 años de abandono, Viñedos de Aldeanueva S. Coop. la restaura y convierte en el Museo del Vino de la Rioja Baja culminando un doble objetivo: conservar el patrimonio histórico artístico y potenciar el desarrollo local a partir de la promoción turística y cultural.
La ermita de Nuestra Señora de Los Remedios se sitúa en el extremo sureste del pueblo, es el cariñoso templo de la patrona. Posiblemente se construyó en fechas cercanas a la ermita del Portal, pero su especial belleza procede de la fachada barroca realizada entrado el siglo XVIII, con una gran similitud en el estilo y en el tiempo de su creación al pórtico nuevo de la iglesia, uno dedicado al patrón San Bartolomé, el otro a la patrona la Virgen de los Remedios, de esta forma ambos patrones quedaron homenajeados.

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