Qué ver en Fuencaliente

Villa del sur de la provincia situada en la zona montañosa de Sierra Madrona, próxima al valle de Alcudia, que comunica con Puertollano y Ciudad Real por la carretera N-420.
Fuencaliente es una población situada en el límite sur de la provincia, en plena sierra. Su conjunto urbano es de gran valor ambiental. Sus calles tortuosas, con angulosos entrantes y salientes, y el cálido sol del atardecer las dota de un claroscuro tranquilo y apacible; sus casa se
adaptan al terreno y tienen una armoniosa desuniformidad.

La fundación de este pueblo a últimos del siglo XIII se debe fundamentalmente a sus baños y fuentes termales. En los alrededores de la ermita de la Virgen de los Baños, que sirvió de cimientos a lo que es hoy la iglesia parroquial, en donde se venera una imagen de la Virgen del siglo
XIII. De interés son las dos ermitas: la de San Antonio, en una cueva junto al río y la de San Marcos, ambas del siglo XVIII.

Fuencaliente, además de sus fuentes ferruginosas y bicarbonatadas, sus baños y sus magníficos paisajes, posee un atractivo artístico y arqueológico de primer orden: las pinturas rupestres de Peña Escrita y la Cueva de la
Batanera. Esta última tiene el atractivo adicional de una bella cascada, figuras humanas esquematizadas, escenas de danzas rituales, signos concéntricos y triangulares. Toda la zona está declarada de interés arqueológico desde 1924. A tan sólo cuatro kilómetros del pueblo, en la sierra de Hormilleros, un bronco enclave rodeado de encinas, enebros y jaras cobra un gran relieve al ser iluminado por la suave luz del atardecer. En la rugosa superficie de la roca, seres que habitaron estas tierras hace más de
cuatro mil años, sirviéndose de tintes de plantas, orines y sangre de animales, dejaron su abstracta impronta en gruesos y rojos trazos.

Fue fundada por el maestre de la Orden, Pedro Muñiz de Godoy, junto a una ermita de principios del siglo XIV dedicada a la Virgen de los Baños, imagen del XIII de pequeña altura (45 cm) con algunos elementos procedentes de restauraciones: rosario y decoración de túnica y manto, de los siglos XVII y XVIII, actualmente en la iglesia parroquial. Esta se construyó, sobre la antigua ermita, hacia 1710.

De este siglo son dos ermitas situadas fuera del núcleo: la de S. Antonio de Padua, dentro de una cueva junto al río y la carretera, y la de San Marcos, en el llamado Prado de la Ermita.

El conjunto urbano es de un gran valor ambiental, con calles retranqueadas, casas no alineadas y numerosas escalinatas para salvar las pendientes. Es un pueblo de montaña con importantes perspectivas para la caza y el turismo.

Sus fuentes termales, origen de su población, atraen a gentes que buscan sus aguas ferruginosas bicarbonatadas, recomendables por tradición para las enfermedades de nutrición, nervios e intoxicaciones.

Su mayor atractivo artístico y arqueológico son sus magníficas pinturas rupestres de Peña Escrita y Cueva de la Batanera declaradas zona arqueológica en 1924. Fueron descubiertas por don Fernando López de Cárdenas, el cura de Montoro (Córdoba), en 1783. Las cuevas están situadas a cuatro kilómetros de la población, en el extremo occidental de la sierra de Hornilleros, separadas entre sí por un kilómetro. Las pinturas son de tipo esquemático, con signos triangulares, en zig-zag, concéntricos y algunas figuras humanas, muy estilizadas, en escenas de danza ritual. Se utilizan colores ocres y rojos y miden entre 20 y 30 cm. En la zona existen otros yacimientos con este tipo de pintura.

Al noroeste de Fuencaliente y norte de Sierra Morena se encuentran lugares de gran belleza, como la Garganta del Horcajo, de abundante vegetación, cerca de las minas del Horcajo (término de Almodóvar), cuyas explotaciones mineras fueron de gran importancia como demuestran los restos que de ellas quedan. La Peña de D. Rodrigo, de 1.266 m de altitud, es uno de los montes de mayor altura e interés paisajístico.