Llego a Serradilla en 1641 tras la construcción del Convento de Agustinas Recoletas, en 1.660 y a partir de esta fecha ha marcado más profundamente el devenir de esta localidad y el arraigo de sus habitantes y de sus creencias religiosas, faceta que no es posible olvidar, bajo ningún concepto, si queremos conocer este pueblo, ya que ha sido esta Fe la que le ha dado durante casi cuatro siglos un carisma especial que emana y se comprende con la sola contemplación de la imagen del Cristo de la Victoria.
Este Cristo es célebre en la historia, muy conocido en la Comunidad Extremeña y en muchísimos lugares de España y fuera de España, como Rusia y Perú, donde existen copias de esta imagen.
Los Serradillanos y otras muchas personas sienten por él un verdadero delirio que se manifiesta en muy diversos acontecimientos multitudinarios.
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