Catedral
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La Catedral ha sido durante siglos la razón de ser de Santiago de Compostela. A partir de ella nació la ciudad. Si bien su aspecto exterior se ha visto modificado por reformas sucesivas, el interior conserva intactas, en lo fundamental, sus trazas originales. Constituye el legado más valioso del románico.
A través de la fachada del Obradoiro se accede al Pórtico de la Gloria, realizado por el Maestro Mateo en el año 1188. El pórtico lo integran tres arcos. El central, el más majestuoso, está presidido por una figura de Cristo rodeado por los cuatro evangelistas. Ocho ángeles portan los símbolos de la pasión; en las arquivoltas, los 24 ancianos del Apocalipsis. El parteluz representa el árbol de David, sobre el que hay una estatua de Santiago; al otro lado, el popular Santo dos Croques (de los coscorrones) –llamado así por la creencia popular de que golpear la cabeza contra él aumenta la inteligencia–, supuesto autorretrato del Maestro Mateo. En el arco de la izquierda aparecen personajes del Antiguo Testamento; sobre las jambas cuatro profetas. El arco de la derecha simboliza el Juicio Final, en el que monstruos fantásticos devoran a los pecadores.El Pórtico de la Gloria da paso al interior de la catedral, joya del románico embellecida durante siglos, construida a partir del año 1075 sobre una planta de cruz latina de tres naves. En la nave de la izquierda se puede ver la Capilla del Cristo de Burgos, de planta de cruz griega, y, llegando al crucero, la Capilla de la Comunión, con una curiosa planta circular. Al girar a la izquierda en el crucero se encuentra la Capilla de Santa Catalina, panteón real hasta el siglo XVI. Al otro lado de la Puerta de la Azabachería, la primera capilla está dedicada a San Antonio; data del año 1102. Una pequeña escalera conduce hasta la Corticela, iglesia fundada en el siglo xii y anexionada posteriormente por la catedral; conserva una portada del siglo XIII y una intimidad de pequeño templo que contrasta con la solemnidad de la catedral. En el tránsito de la Corticela se encuentra la Capilla de San Andrés, del siglo XVII. La girola discurre alrededor de la Capilla Mayor y hacia ella se abren una serie de capillas. La Capilla de San Juan Apóstol, de origen románico, fue reformada en el siglo XVI y nuevamente en el XVII. Sigue la Capilla de Nuestra Señora la Blanca, construida sobre una de las antiguas puertas de la catedral; data del siglo XIII. La Capilla del Salvador es la más profunda de la girola; por ella se comenzó a construir la catedral y contiene un interesante retablo plateresco. Entre ésta y la Capilla de la Azucena está la entrada a la Puerta Santa, donde se concedían las cédulas que acreditaban a los peregrinos y les permitían alojarse gratis en el Hospital Real. Se puede ver a continuación la Capilla de Mondragón, del siglo XVI y estilo gótico tardío. La hermosa Capilla del Pilar, de finales del siglo XVII, es la última de la girola; destinada a sacristía, el obispo Monroy hizo de de ella su panteón. La nave del crucero es sin duda el espacio más solemne de la catedral. La linterna es gótica con detalles barrocos; de ella pende el Botafumeiro, el gigantesco incensario que se hace oscilar espectacularmente de un lado a otro de la nave en días de celebraciones solemnes. El altar barroco de la Capilla Mayor se levanta sobre la cripta que contiene los restos del Apóstol. La estatua de Santiago es de 1211, vestida con ropajes y joyas del siglo XVII. En la nave de la derecha, un vestíbulo da acceso a las dos capillas restantes. La de San Fernando, a la izquierda, guarda el Tesoro de la Catedral, del que hay que destacar la soberbia custodia de oro y plata del siglo xvi. La Capilla de las Reliquias, de bóveda ojival, aloja las tumbas de monarcas de los siglos XII, XIII y XIV. Una de las puertas del brazo derecho del crucero conduce al claustro. Construido en el siglo XVI con planteamientos góticos que se reflejan en las columnas y los pináculos de los contrafuertes, acabó imponiéndose en él la decoración plateresca. El Tesoro y el claustro son dos de los recorridos del museo de la Catedral; el tercero es la cripta o Catedral Vieja, a la que se accede por la escalinata del Obradoiro. El Maestro Mateo la construyó para salvar un desnivel del terreno y sustentar así el Pórtico de la Gloria.

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