Los habitantes de esta pequeña villa que es Corme, que en su día fue otro ejemplo del aislamiento secular de Galicia, presumen de que allí mismo, en la peligrosísima Punta do Roncudo, tienen los mejores percebes del planeta.
Para demostrarlo organizan a principios de julio la monumental Festa do Percebe, de la que nadie salió nunca descontento.
Corme es tan entrañable, pequeño y familiar que ni siquiera es municipio propio, sino que depende del de Ponteceso. Solo dos kilómetros separan a Corme de esta población, pero en forma de carretera estrecha e infernal, a veces hasta invadida por las olas, pero donde se esconden playas pequeñas e íntimas y otras de mayores dimensiones como la de Valarés.
En Corme domina la actividad pescadora y comercial a pesar de las dificultades de su puerto. En el nació el célebre marino D. Juan Antonio Mourelle (1772-1820), héroe de las navegaciones del Pacífico Norte.
Merece la pena visitar la Punta do Roncudo y su faro, que con sus sobrecogedoras cruces, recuerdan a tantos fallecidos en las garras del mar.