Bonita masía restaurada en plena naturaleza. Estuve con mi pareja durante una semana y ha sido una experiencia muy positiva: tranquilidad, sol, comida rica... La habitación cómoda y muy limpia. Playas a unos 15 km. Destacaría, sobre todo, la amabilidad y humanidad de la dueña, Rosalinda, y el encanto de la decoración: repleta de muebles y objetos antiguos.