Generales: Celebración de eventos, Leña, No se admiten mascotas, Restaurante / Bar - Cafetería, Ropa de cama y baño, Sirven cenas, Sirven desayunos, WiFi
En Habitaciones: Aire acondicionado en habitaciones, Albornoz y/o zapatillas, Baño en habitación, Caja fuerte, Calefacción en habitaciones, Cuna bajo petición, Secador de pelo, Teléfono en habitación, Televisión en habitación
Situación: Cerca de la playa, Montaña
Idiomas: Alemán, Catalán, Español, Francés, Inglés
Interior: Aire acondicionado, Baño/Aseo, Biblioteca, Calefacción, Chimenea, Colección de juegos, Comedor, Cuna bajo petición, Equipo audio, Sala de estar, Televisión
Exterior: Aparcamiento, Huerto, Jardín/es, Piscina
En Ca N´Ai todo es genuinamente mallorquín, y cada rincón, dentro y fuera de la casa, está pensado para quien exige el máximo de unas vacaciones.
En la planta baja, donde se ha preservado al máximo el antiguo carácter rústico de la finca, el visitante tendrá la sensación de haber retrocedido en el tiempo, sintiendo el latido dulce y cadencioso de aquella Mallorca Rural en la que los días y las horas se vivían al ritmo que marcaba una naturaleza al tiempo dulce y dura, esencialmente mediterránea.
En el interior, las diferentes "suites" cada una diferente a las otras, son el claro ejemplo del equilibro y la armonía que presidieron la restauración de la antigua finca. Confort y buen gusto se unen en una simbiosis perfecta con el entorno, al servicio de una concepción refinada del ocio.
Quien decida prolongar su estancia en Ca N´Ai más allá de las horas felices de un almuerzo o cena - está última envuelta por el misterio de una noche entretejida de luces y sombras - podrá disfrutar del rumuroso huerto, donde estan la moderna piscina y el viejo estanque, así como la antigua noria restaurada, que susurra canciones de agua en la infinita calma de la tarde.
Podrá pasear por el perfumado bosque de naranjos, o simplemente disfrutar del bellísímo entorno del caserón, en el que se encuentran más de tres mil ejemplares arbóreos, entre ellos un tilo que supera los 200 años de edad, cuya fresca sombra acaricia las antañonas piedras del patio.
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