Es la segunda vez que nos alojamos en el Gran Hotel Cela y la experiencia no ha podido ser más satisfactoria. El lugar es de cuento, un pueblecito ubicado en un precioso valle y junto a un río. Para los amantes del senderismo y la naturaleza es idóneo porque hay varias rutas que salen desde Belmonte y además está muy cerca el Parque de Somiedo para hacer otras muchas más. Pero lo mejor de todo es el trato de Roberto, el dueño. Está pendiente de que al cliente no le falte de nada. Además, el hotel está en perfecto estado y muy limpio. Los desayunos son abundantes y con muy buenos productos (las tortillas están de cine) y además se puede comer y cenar platos asturianos deliciosos. Todo son buenas palabras porque en pocos lugares hemos estado tan a gusto.