Después de pasar el día visitando el Monasterio de Piedra y disfrutar de lo lindo por su hermoso parque, estábamos cansados de tan caluroso e intenso día. Al atardecer refrescaba mucho y aunque era pronto, nos fuimos al Obrador de Maluenda. La habitación sencilla, pero muy cálida y después de un baño calentito, salimos a pasear por el pueblo. La gente amablemente nos saludaba (cómo se hacía antes, cuando los pueblos eran pequeños). Llegó la hora de recogerse y cenar en el Obrador ¡de maravilla! abundante y muy rica cena aragonesa (nos resucitó jijijí). Pilar y Ángel, nos hicieron sentir entre amigos por su sencillez,atención, buen trato y...todo lo que parlamos bien a gustito, con ellos cuando el bar se iba quedando vacío. Desayunamos ¡como reyes!. ¡Gracias! Pilar y Ángel ¡Volveremos!
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