La casa preciosa, con una rehabilitación con gusto y cómoda, además del cuidado exquisito de la finca. Tiene el encanto añadido de una piscina a la sombra de un árbol centenario y en plena naturaleza. Todo muy limpio. El desayuno bueno, abundante. Además puedes tomarte un aperitivo o una merienda en agradable compañía. Por último, sin lugar a dudas, lo mejor es el trato profesional pero también cercano y acogedor de los anfitriones. Sin duda volveremos porqué nos trataron inmejorablemente y estuvimos como en familia.