La casa está en un sitio privilegiado con unas vistas espectaculares, tiene un jardín muy agradable con mesa de madera, y unas sillas de camping, a mí me faltaron un par de hamacas y una sombrilla para la mesa porque sin ella se hacía difícil poder utilizarla ya que da el sol durante todo el día. En cuanto a la casa decir que el baño era demasiado pequeño, la ducha incómoda porque al estar debajo de las escaleras el techo estaba inclinado, la habitación de los niños tenía una litera pero la parte de arriba no tenía barrera con lo cual hacía que no se pudiera usar. La habitación de matrimonio estaba bien, con cama grande. En la parte de arriba está la cocina y el comedor con tres balcones, el sofá no es cómodo y desde esta planta se accede a un altillo, que para mí es el encanto de la casa, sobre todo para los niños y para los que hemos visto Heidi de pequeños porque es exactamente igual al sitio donde dormía la niña, un colchón con una ventana redonda pequeña desde la que se ve el prado.
El trato con Ramón y sobre todo con su primo Juan Carlos muy bueno.
Así que aunque la casa no tenía todas las comodidades que nos hubieran gustado hemos estado encantados con la experiencia.
Justo al lado está el bar- terraza las eras, bocadillos muy buenos con unas vistas inmejorables pero lo mejor su propietaria Pilar, un encanto de mujer que ha hecho que nuestra estancia allí sea aún mejor.
El trato con Ramón y sobre todo con su primo Juan Carlos muy bueno.
Así que aunque la casa no tenía todas las comodidades que nos hubieran gustado hemos estado encantados con la experiencia.
Justo al lado está el bar- terraza las eras, bocadillos muy buenos con unas vistas inmejorables pero lo mejor su propietaria Pilar, un encanto de mujer que ha hecho que nuestra estancia allí sea aún mejor.