Perderse en la naturaleza entre ciervos, gamos y jabalíes no es algo que ocurra todos los días. Si a ello le sumas un baño calentito en los baños árabes al regreso de la ruta, el murmullo de un riachuelo, la amabilidad de los responsables y las dotaciones totalmente completas de las habitaciones, hasta ahora el único resultado que he obtenido de estas sumas es este precioso Molino restaurado. Un placer para repetir cada vez que sea posible