Estuvimos este verano allí hospedados, y sin duda el gran valor de la casa es su piscina, jardín y cenador para pasar horas y horas a remojo y descansando alejados del ruido de la ciudad. Su dueño, Juan, una persona súper amable y atenta que atienda a cualquier necesidad que puede surgir. Excursiones a pocos minutos en coche en pueblos cercanos.