El trato por parte de las propietarias, Juana, Mary, y Mar, junto con Carmen, responsable de los caballos, ha sido de primera desde el inicio. A pesar de contar con una niña con alergias en nuestro grupo, facilitaron todo para que pudiera disfrutar de las comidas sin dificultades. El lugar estaba impecable y ordenado, con cambio de toallas diario y un entorno bien cuidado que nos ayudó a conectar con la naturaleza. El marco es impresionante, rodeado de verde, cielo y gaviotas, con una playa espectacular a solo 5 minutos a pie. Además, la ubicación es ideal, cerca de Santander, Cabárceno y otras poblaciones importantes. En definitiva, es un lugar que recomendaría por su relación calidad-precio, amabilidad, entorno y más. Si buscas desconectar y disfrutar del norte, este es el lugar. Nosotros sin duda repetiremos el próximo año.