Sevilla tiene un color especial, así lo dice la canción y para nada es desacertada. Y es que esta tierra está llena de alegría gracia y encanto. Gesto de ello, son sus habitantes, gastronomía, ferias y folclore.

En su Feria de Abril conocida a nivel internacional, Sevilla reviste su máximo esplendor. En ella se exhiben los trajes de gitana, se come el famoso pescadito frito, se bebe el rebujito… Las casetas que originariamente eran establos, ahora compiten en decorados, un espectáculo que hay que ir a visitarlo al menos una vez en la vida.

Tras 800 años de ocupación mora, en Sevilla ha quedado una amplia herencia, conservando monumentos como las murallas de la ciudad o la Giralda, una antigua torre milenaria a la que merece la pena subir para divisar sobre ella las increíbles vistas de la ciudad.

Es por ello que el turismo tanto nacional como internacional busca en la capital andaluza la relajación, la vuelta a la normalidad con instalaciones que les permitan desconectar del día a día, por ejemplo, disfrutando de casas rurales en Sevilla. Sin olvidar por supuesto que las temperaturas sevillanas hacen subir el termómetro por encima de los 40 grados de manera habitual, por lo que se hacen necesarios lugares como la piscina. 

El Centro Histórico que recoge la ciudad, constituye uno de los más grandes de Europa con La Catedral, el Alcázar o el Archivo de Indias como algunos de los edificios más importantes catalogados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Con la finalidad de unir ambos lados del Guadalquivir, se hizo construir la Torre del Oro, uno de los aportes históricos más importantes de la ciudad. Lo que antes era una fortificación, en la actualidad se ha convertido en un Museo Naval, con todos los restos de la historia de la navegación.

Pero la capital también esconde lugares más alejados de la ciudad ideales para disfrutar del campo sevillano y de las costumbres más arraigadas en los pueblos de la provincia. El espacio rural cada vez es más frecuentado por los turistas, ávidos de conocer los secretos e Sevilla. 

Son pocas las palabras para describir esta excepcional ciudad, que nos ha aportado entre otros aspectos una rica gastronomía. De aquí deviene el gazpacho andaluz, el guiso de rabo de toro, o las famosas aceitunas sevillanas.