El síndrome del urbanícola

28 Jul 2011 clubrural 2 Comentarios

Continuando con los artículos de propietarios  hoy os traemos una nueva entrada de la mano de Gadea, propietaria de La zarambuja.

Aceptémoslo: Hay quien no ha visto el campo en su vida.

Antaño era mucho más común que la gente de ciudad tuviera vínculos con lo rural (lo típico de ‘me voy al pueblo’) y, por consiguiente, supiera lo que implica estar en contacto directo con la naturaleza.

Nada que ver con la actualidad, en la que gran parte de los ‘nuevos’ clientes potenciales de turismo rural bien podrían serlo de turismo de granja-escuela.

Por tanto, seamos comprensivos. Es normal que nuestros queridos urbanícolas se sientan alienados en entornos puramente rurales y si se topan con una serpiente de metro y medio (por poner un ejemplo más evidente) pongan el grito en el cielo.

Nos corresponde a nosotros saber gestionar la situación. Sobre todo en lo referido a solventar el percance con eficiencia y -aunque no tengamos por qué- ofrecer las disculpas pertinentes a las personas alojadas. Porque da igual si la eventualidad tiene una justificación que nos exime de culpabilidad o no. Cuando alguien entra en shock o se asusta; simplemente, no atiende a razones.

Es complicado ya que, la mayoría de las veces, se obcecarán. Dará igual decir A, B o invitarles a una tila. Sólo querrán quejarse, quejarse y… quejarse. La queja porque sí.

Lo más ‘sorprendente’ es que han ido allí para relajarse…

No nos engañemos viendo en los clientes a personas con vocación de Indiana Jones y estudios universitarios en Diplomacia. Quien viene de la ciudad, no siempre sabe desconectar y adaptarse al entorno. Llega de someterse a la sobreestimulación, la competitividad exacerbada y la soledad en compañía de muchos (demasiados) desconocidos. Las urbes son lugares donde el tiempo no se disfruta; se consume. Por ello, ante cualquier imprevisto, su recurso más habitual será ponerse a la defensiva casi instantáneamente.

De ahí la importancia de nuestro savoir-faire, la búsqueda de un diálogo flexible entre propietario y cliente. Menos frustración… y más complicidad.

Gadea Paredes
lazarambuja.es

2 Comentarios en “El síndrome del urbanícola”

Totalmente de acuerdo. Menos mal que la experiencia que te dan los años de ver pasar «urbanícolas» (unos más y otros menos) te ayuda a evaluar su grado de «urbanitis» y así personalizar el trato con cada uno, por ejemplo a unos les encanta que les hables de sitios escondidos semi-secretos y cómo llegar a ellos… y a otros los único que les apetece es ver el fútbol y beber cerveza… Un abrazo desde los Pueblos Negros de Guadalajara.

18/09/2014 17:42

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